Mientras la tecnologia ha avanzado las personas han logrado acceder a esta también, para usarlas en la diversión y ventas, anuncios y conferencias.
Cada día es más barato poder tener más decibeles en la boca.
Los barrios de la Republica Dominicana se ven inundados de voceadores en las casas, que colocan sus equipos de música a todo dar, molestando a vecinos… guaguas anunciadores que revientan las tranquilidades del hogar, comprando de todo o vendiendo, hasta predicadores e iglesias salen a la calle a irrumpir la vida diaria o abren las puestas de los templos con las bocinas dirigidas a afuera.
Cada ser humano tiene su vida, cada dia cada persona sabe donde tiene que ir, lo que tiene que vender y que debe comprar. Cada ciudadano sabe si debe orar y a que hora debe hacerlo, sin que nadie tenga lo que cree es su deber u obligación de irrumpir en la vida de las personas solo porque creen deben hacerlo.
La contaminación sónica atrae todo tipo de intranquilidad y actua como pandemia afectando la salud del ser humano a veces, para siempre.
«El respeto al derecho ajeno es la paz» reza el viejo proverbio… sin embargo, el empeño de algunos de que escuchemos sus gustos musicales a la hora que ellos quieren, de vendernos o comprarnos lo que no queremos vender o comprar a la hora que ellos quieren o de evangelizarnos obligado, rompe con las más elementales reglas del respeto y seguro, viola varios capítulos de la Constitución.